martes, 24 de febrero de 2009

GRACIAS, MUNDO GLOBALIZADO!

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¿IQ?

¿Te has preguntado hasta dónde puede llegar tu inteligencia? Seamos realistas. No somos iguales. Los hay más ricos, más grandes, más fuertes, más bellos, más resistentes, más nobles, y también más inteligentes. A un niño no se le enseñan éstas cosas. No es políticamente correcto, o no va con el espíritu de la formación de una persona, tal como se vive actualmente, decir que alguien es más, sino que se debe decir ‘’ se esforzó más, perseveró, creyó en sí mismo ‘’. Es una bonita manera de intentar separarse de realidades tangibles que pueden ser esclavizantes, y hasta desesperantes. Pero siempre existió alguien que aprendió primero que el otro a hacer la cosa, o pudo decir antes la palabra, o fue capaz poner sus píes tras el salto unos centímetros más allá. No está mal reconocer que hay gente a la que por naturaleza se le facilitan cosas. A un lado está la superación, que es posible al menos para volverse decente en campos en que se era un pelele – rara vez alguien que fuese un músico mediocre a los quince, llegó a los veinticinco convertido en director de una gran orquesta a fuerza de perseverar, pero muy posiblemente aprendió a interpretar sin equivocarse canciones populares sencillas en sitios pequeños -, y al otro, la constancia y el trabajo duro, necesarios para perpetuar habilidades que fueron descubiertas en los primeros años. Volviendo a la inteligencia, y a la pregunta original, hay que pensar en que la existencia de algo llamado coeficiente intelectual es un hecho científico. El que los métodos para medirlo generen polémica no implican que sea una falsedad. Se habla de un promedio, la normalidad, de 100. Menos que eso marca carencia de inteligencia en distintos niveles. Y hacia arriba se van creando grupos cada vez menos numerosos de gente más capacitada, los 110, ligeramente más inteligentes, los 120 notables, los brillantes 130, los superdotados 150, y extraños casos de seres humanos con coeficientes intelectuales monstruosos, ¡hasta 200!, que uno no sabe ni para qué demonios les sirven. ¿Qué acaso pueden comunicarse con los muertos, o establecer comunicación telepática? Bueno, sabemos que no, pero esas cosas lo ponen a uno a pensar. Qué tipo de limitaciones afectan a cada uno de estos numeritos. Al menos que vayan más allá de la mejor desenvoltura al momento de realizar operaciones numéricas. Tenemos prácticas calculadoras y computadoras, así que por ese lado la ganancia es mínima. Me preocupa más la capacidad de entender conceptos, conceptos humanos si se quiere. O la relación que estos guarismos puedan tener con la apreciación del arte, y con la disposición a tomar decisiones más responsables en cuanto a las cosas que afectan a nuestro entorno, naturaleza y seres humanos.

martes, 3 de febrero de 2009

Teme a tu prójimo...

Descubrir si alguien padece fobia social no es en realidad tan difícil. Lo que parece serlo mucho más, es llegar a hacerse a la idea de que un allegado suyo, quizás alguien por quién siente verdadero aprecio, es portador de tan terrible flagelo. No cabe duda de que la opinión pública se encuentra consternada. Y que la demanda por la asesoría de expertos, en los últimos días, ha crecido de manera demencial. Pero a riesgo de sonar alarmistas, diremos que para la Fobia social No Existe Cura.

La fobia social es de ese tipo de afecciones que, al parecer, siempre han existido, pero que es ahora en el siglo veintiuno cuando les llega el Boom. Hay varios factores que explican esa invisibilidad. Uno de ellos es la fuerte tendencia de quienes son víctimas de la fobia social a terminar su frustrantes y patéticas vida mediante el suicidio. De ésta manera, muchos se mataron antes de llegar a revelar su delirio, y su decisión fue relacionada con cualquier otra situación. Los síntomas de quienes padecen fobia social suelen no manifestarse a sus familiares, seres con los cuales sí logran sentirse cómodos en la mayoría de los casos, y por eso durante años, hasta el momento de la vulgarización del asunto, ha sido fácil para ellos no advertir éstas perturbaciones.

Uno de los casos más conmovedores es el que toca al afamado periodista televisivo Carlos Confiado, un ser tan sociable que en su juventud era capaz de ponerse citas con las encuestadoras telefónicas que llamaban a su casa, y tan carismático que cuando él no sale, el noticiero de la noche pierde hasta quince puntos de Rating. «No pude creer que faltaban menos de dos semanas para que el chico cumpliera los dieciocho años, y aún no había dado su primer beso», comentó Confiado, con notoria aflicción, acerca de lo que sintió cuando descubrió que los únicos episodios románticos en los que su hijo Martín se había envuelto eran aquellos que tenían lugar en el videojuego Los Sims. Se podría explicar por el hecho de que Martín no es ni la mitad de agraciado de lo que era su padre a su edad, cuando éste ya era modelo de ropa interior para pequeños almacenes. Pero el problema va mucho más allá.

El ministro de recreación y deporte ha dicho «Este asunto de la Fobia social preocupa en la medida de (sic) que afecta la convivencia tranquila de las personas sanas. Los que tienen Fobia social no son buen ejemplo en un momento en que las instituciones promueven campañas que buscan unirnos más a todos, como la ‘’ Saluda a todo el que veas en la calle ‘’ o la nueva que estamos difundiendo a través de señalizaciones en todos los vehículos de servicio público: ‘’ Cuéntale al de al lado cómo ha sido tu día ‘’». Hay que recordar que el tipo de pensamiento que ha impulsado todas éstas iniciativas proviene de los postulados del más famoso economista de la nación, Miguel Nabos, quien en su último libro declaró que había descubierto que reducir los 6 grados de separación entre las personas del país nos haría mucho más fuertes y productivos. «En una ciudad donde todos se conocen qué puede salir mal. La raíz de los problemas es siempre la desconfianza en el otro, no saber qué quiere, de dónde viene. Si solemos pensar que los matrimonios y los noviazgos fracasan por falta de comunicación, por qué no se nos había ocurrido pensar que eso mismo podría aplicarse a toda la comunidad, y que estando comunicados todos, todo el tiempo, a través de millones de pequeños diálogos, aleatorios, con la posibilidad de combinaciones casi infinitas, prácticamente acabaríamos con todos nuestros molestos problemas», dijo Nabos, en una reciente entrevista.

Pero para alguien que padece de fobia social esa grandiosa posibilidad de construir a partir de la comunicación se encuentra, de alguna manera, mutilada. En el caso de Martín, a partir del momento de concienciación de su condición, en que su diagnóstico se hizo conocido para una buena cantidad de personas, muchos eventos del pasado, tanto del cercano como del lejano, salieron a relucir convenientemente. «Siempre dije que estaba loco, pero ahora ya es oficial», opinó alguno de sus buenos compañeros. El profesor encargado de impartir enseñanza en ciencias exactas, al grado once, aportó datos interesantes para la discusión: «Siempre ha sido un alumno muy mediocre, y ha mostrado un pánico irracional e inédito a salir al tablero. Prefiere que le ponga la mala nota a siquiera intentarlo una vez. Eso es raro, en ésta clase todos son muy alegres. Hay una chica a la que encanta salir, aunque, a decir verdad, nunca acierta. Creo que le gusta hacerlo para que sus compañeros se deleiten con el tremendo culo que tiene».

Según se calcula, podría haber uno como Martín en cada salón de clase de la ciudad, aunque posiblemente sea la suya la manifestación más severa de la patología: al contestar una pregunta en público le tiembla la boca y siempre, un día de antes de paseos o demás eventos sociales en el colegio, se enferma del estómago. Ha sido imposible obtener un testimonio del directo afectado, no porque sea incapaz de hablar ante la grabadora de periodista, sino porque se encuentra pasando unos días en el campo con sus abuelos. Mientras tanto sus padres han autorizado al (CASM) colectivo de acción en salud mental de la ciudad para que adelanten el estudio de caso sobre su hijo a través del método de invadir su privacidad.

Se supo que cuando los investigadores llegaron a la habitación de Martín y empezaron a revisar su computador personal, se dieron cuenta de que éste tenía la monstruosa cifra de 31.022 canciones, ¡más de 2014 horas de música!, lo cual aparte de ser una clave para la comprensión de su problema, lo convertía en el mayor violador casero de copyright de la historia. Se descubrió, entre otras cosas, que tenía la discografía completa de Sonic Youth, y en palabras de Antonio Cisne, psicólogo líder del proyecto, «alguien equilibrado no escucha un grupo cuya producción discográfica es catalogada como ‘’ruido’’». Se cree que revisar las estadísticas de reproducción de artistas y canciones de su cuenta de LastFm puede dar pistas acerca de la relación de la música con su incómoda condición.

Aunque en Martín no se ha podido comprobar, existe la seria posibilidad de que además sea masturbador crónico. «El masturbador crónico es el negador par excellence del prójimo. Reduce todo un posible universo de interacciones a burdos episodios herméticos. Es una terrible muestra de egoísmo, pero también es manifestación pura del miedo hacia el otro, de la fobia social», dice Eduardo Colmenares, psicoanalista que trabaja como invitado en el noticiero de la noche. Ante las estadísticas que dictan que más de la mitad de los que padecen fobia social permanecen solteros, esto adquiere una dimensión más que trascendental. Y quedará preguntarse sino es finalmente la masturbación crónica causante, y no consecuencia, del problema de la fobia social. En todo caso, los padres y las instituciones ya están tomando medidas al respecto.

Evitar que quienes sufren Fobia Social lleguen a la adultez sin que se les haya efectuado el correspondiente diagnóstico, se ha convertido ahora en la principal misión de las instituciones comprometidas, y de la ciudad en general.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Besé a una chica y me gustó


Lo masculino y lo femenino son a éstas alturas construcciones bastante dudosas, y, entre otros aspectos que de esto son evidencia, hay que decir que en sí mismas ya no definen una orientación sexual única y rígida. No se trata de la homosexualidad, una situación de reminiscencias milenarias. La concepción clásica de ésta, en la que un ser humano, mujer ó hombre, por la causa que sea, adopta actitudes características del género opuesto, en algunos casos de forma exagerada, y muestra atracción romántica exclusiva por individuos del mismo, no trae ninguna sorpresa si se compara con la sexualidad ‘’ normal ‘’ y ‘’ correcta ‘’. Por decirlo de alguna manera un poco tosca, es lo mismo pero al revés.

El superhit Pop del año, interpretado por la norteamericana Katy Perry, y cuyo pegajoso coro dice «Besé a una chica y me gustó», no es ni oda ni reivindicación del lesbianismo, y en últimas tiene tan poco que ver con él que no sería raro que alguna lesbiana lo considerara más una ofensa que un posible tributo. Pero a Carolina, estudiante de artes visuales de diecisiete años, sí le funciona como himno, y con orgullo pone la frase como mensaje personal cuando se conecta al Messenger, y dice «La verdad es que a mi las nenas no me desagradan, y tengo varias amigas lesbianas, así que a veces les da por ponerse a joderme, y cuando me joden así, pues lleve… la última vez que lo hice fue muy rico, en un baño (de la universidad) estábamos medio prendas y medio fumadas, cagadas de la risa, y la nena es relinda conmigo, y me coge y lleve». Como Katy Perry, Carolina ‘’ espera que a su novio no le importe ‘’. Desde su condición de heteroflexible, éste tipo de eventos no se convierten para ella en algo trascendente de ninguna manera. Empezando por el hecho de que casi siempre ocurren con amigas, y ante necesidades como ayudarle a la mejor de ellas, a la que le dice ‘’ hermana ‘’, a ensayar y perfeccionar la técnica del beso. Sus relaciones, las serias y las no tan serias, son con hombres, y un beso con una chica lo toma como algo inocente e inocuo. No puede ni siquiera ser calificado como infidelidad.
La socióloga Laura Essig, quien acuñó el término a principios de la década, cree que la heteroflexibilidad podría marcar el final de la hegemonía heterosexual. No hay que olvidar que la orientación sexual entendida como gradaciones del gris, y no como blanco o negro, fue vislumbrada por el revolucionario doctor del sexo, Alfred Kinsey, quien a mediados del siglo pasado propuso que la orientación de cada individuo podría ubicarse en alguno de los valores comprendidos entre una escala del 0 al 6, lo cual daría cabida a la existencia de Homoflexibles, además de un valor x para los asexuales.


Para Milena, estudiante de secundaria de quince años, la cosa fue más allá. No sólo besó a una chica, sino que la amó. Ese amor le costó haber sido echada del colegio Nuestra señora de la misericordia. A diferencia del sonado caso del colegio en Manizales, en éste sus compañeras hasta intentaron hacer una huelga de no estudio para presionar su reintegro, cosa que jamás ocurrió. «Dijeron que no era el sitio para nosotras. Supongo que sí existía la posibilidad de apelar, pero cuando llamaron a mi mamá a decirle eso, tampoco ayudó mucho, solamente daba pedal. En realidad, a ella la llamaron un jueves y le dijeron que estaba citada, entonces el viernes me preguntó por qué. Como estaba citada para el lunes, en el transcurso del fin de semana le conté todo. Le di la sorpresa. Me dijo que me quería como fuera y que tenía que pensar bien las cosas ». Debió resignarse a atrasarse un año y ahora está en un colegio mucho más liberal pero tiene un novio, al que conoció allí. «Yo creo que soy bisexual, pero igual no me gusta encasillarme y decir soy esto, soy aquello, sólo pienso que soy una persona a la que le gustan las personas y ya, pero pues bisexual sería el término adecuado».

Catherine que tiene diecisiete años, también se considera bisexual. Pero su situación reviste diferencias. Para ella existe la posibilidad de una decisión. Dice que es de las que piensa que ‘’ todos somos bisexuales hasta cierta edad o por la forma de crianza‘’. Y ‘’ Pienso que soy bisexual puesto que no he tenido muchas relaciones con chicos y veo la belleza de una forma algo diferente ‘’. Insiste en que ha optado por etiquetarse como bisexual, para ahorrarse malentendidos, y de esa forma simplificar toda una serie de procesos psico-afectivos. Dice que se hizo bisexual por ‘’ falta de cariño ‘’:

«Tenía quince años, y estaba con gran depresión. Siempre he sido bastante introvertida. Por esos días conocí a una pelada, era bastante mayor. Me hice amiga de ella. Desde el principio me gustó, me parecía hermosa, me gustaba porque cuando la veía yo decía ‘quiero ser así’. Y un día de puro impulso, aunque pensaba que ella era normal, me le lancé y le di un beso. Por unos segundos me quedé sin saber qué hacer, pensando que tal vez la había cagado, el corazón me latía rapidísimo, era una emoción extraña. Me miró sorprendida, preguntó por qué lo había hecho. Sólo le dije que por eso, porque simplemente me habían dado ganas. Entonces ella me tomó la cara y me dijo ‘ eres muy bonita, tú también me gustas ‘ y nos besamos más. Le gustaba todo lo que tenía que ver con el arte y eso fue lo que más me gustó de ella. Era muy detallista, me demostraba su cariño pero sin que los demás se dieran cuenta y eso me encantó, porque no me gusta andar dando espectáculos. Me consentía mucho y entendía muchas cosas, le encantaban mis historias ».

Lucrecia: un caso especial.

«Mucha gente tiene la idea de la bisexualidad como ‘’ ah, en realidad es un homosexual que está tratando de ocultarlo‘’, pero no es así. Yo sé que a mí me gustan los hombres y me gustan las mujeres por igual ». Lucrecia estudió desde Kinder hasta que se graduó, en un colegio femenino. «Yo recuerdo que a mí me regañaban muchísimo en el colegio porque yo siempre perseguía a mis compañeras a besarlas; pero es una etapa normal en todos los niños, yo lo he visto. Lo que pasa es que los niños normalmente crecen en un ambiente más abierto, mixto, entonces hay de dónde escoger. En cambio estudiando sólo con mujeres queda como difícil. Esa parte fue el detonante, lo que me dio a mí para decir ‘’ me gustan las mujeres ‘’. Pero luego, al salir más al mundo exterior, ver otros ambientes, conocer hombres, conocer mujeres, me di cuenta de que también me gustaban los hombres. Y entonces tuve relaciones con mujeres y tuve relaciones con hombres ». Respecto al tipo de pensamiento, bastante común, que le atribuye al modelo de colegio femenino o masculino, toda la responsabilidad, toma distancia. «Yo creo que si hubiera estudiado desde siempre en un colegio mixto habría sido lo mismo, sólo que tal vez no habría pasado por el proceso de primero pensar que me gustaban sólo las mujeres y darme cuenta después que también me gustaban los hombres»

Con respecto a la respuesta del entorno: «Mi familia grande, aunque no se puede decir que sea conservadora sí es bastante homofóbica. Mi núcleo familiar es raro, porque mi papá es muy abierto, él acepta las diferentes orientaciones sexuales, y… mi mamá no, ella sí es más homofóbica, y ella fue la primera en enterarse. Para ella fue un proceso difícil, porque aparte la persona con la que yo estaba en ese momento era mucho mayor que yo. Ella me lleva nueve años. Entonces mi mama decía que ‘’ no, que me estaba pervirtiendo ‘’. Pero al final tuvo que aceptarlo. Aunque igual ni mi papá ni mi mamá me asumen del todo como bisexual o como lesbiana, pero igual respetan, y ese es el primer paso. Y el resto de mi familia, no lo saben, y si lo saben, lo ocultan muy bien». Para Lucrecia, desde muy niña, le fue difícil entender el tema de la discriminación, y por qué alguien se preocupaba en juzgar a otra persona sólo porque a esta le gustara un hombre o una mujer, y que intentara calificarlo en términos de ‘’ está bien o está mal ‘’. Siempre vio su orientación, y los cambios que esta podía sufrir, con total normalidad. Nada de sentimientos de culpa, ni problemas de autoestima. «Yo soy de las partidarias de que todos los seres humanos somos bisexuales por naturaleza. Creo que, obviamente, hay que tomar en cuenta la parte sociocultural de la persona, pero no es lo que prima. Yo creo que hay momentos de la vida en que estamos más allegados o tenemos más sentimientos hacia personas del mismo sexo o del sexo opuesto; pasa cuando uno está pequeño, que tiende a tener lazos más fuertes con personas del mismo sexo. Creo que la bisexualidad es algo muy profundo, y muy normal, que habita en el ser humano, pero que no tiene que estar demostrándose siempre»

Lucrecia lleva el pelo más o menos corto y le fascina la literatura, leerla y hacerla. Le gusta música como el Rock gótico, el metal, y la música experimental, y la forma como suele vestir, prendas oscuras, camisas de cuadros, faldas, zapatos converse, y ornamentos de cuero y pinchos, entre otros, revelan una identidad particular, amalgamada. Como parte ese espíritu que manifiesta que el ser humano, más que hombre o mujer, es un alma que puede amar a otra alma, dice que prefiere los seres andróginos, los que como ella han roto la barrera de los roles clásicos, pero que no descartaría enamorarse del tipo camionero, o de la niña superfresa.
«También es cierto que por esa misma razón de que la cultura se haya abierto, ahora parece que se puso de moda ser gay, o se puso de moda ser bisexual. Me parece ridículo cuando una niña de 12 o 13 años dice ‘’ es que yo soy lesbiana ‘’. Y que uno ve a las amigas y dicen ‘’ ay, sí, es que yo soy lesbiana, ¡mira a mi novia! ‘’. Y eso es algo así como mostrar la rebeldía, como ‘’ ay, como a mis papás no les gusta, como no es lo normal en la sociedad adulta, entonces yo también voy a hacerlo ‘’. Aunque, por otro lado, esa etapa de experimentación también, en cierta forma, es buena, porque puede que en la madurez uno diga ‘’ yo tan bobo por qué hacia esto, por qué pensaba así ‘’».

Por ejemplo, Renata, una joven de dieciocho años, que tiene una relación estable con un chico actualmente, y para quien los encuentros de tipo erótico con otra mujer no han pasado del ejercicio imaginativo, opina: « Yo creo que sí le haría a otra mujer, no sé si una relación seria, pero sí sexual. Las mujeres, en términos de pensamiento reproductivo y puramente instintivo, no nos guiamos por lo físico de la misma manera que los hombres...pero...no sé, a mí personalmente me parecería interesante porque estar con otra mujer es casi como estar conmigo misma. Es una proyección externa de mí, entonces eso sería más egocéntrico que cualquier otra cosa». Mientras tanto, en el exterior de una iglesia en los Estados unidos, han puesto un cartel que, motivado por la exitosa canción de Katy Perry, dice: Besé a una chica y me gustó, y luego me fui al infierno.


FIN *****

DISOCIADOS

Si volvemos a la definición de locura como simple disociación de aquellas posiciones o conductas consideradas correctas o pertinentes, uno bien puede hacerse una idea de por qué en la actualidad el calificativo ‘’ loco ‘’ es usado con tanta frecuencia en muy diversas situaciones sin que esto, en la mayor parte de las casos, esté representado ningún tipo de alarma ante un peligro inminente. Las cacerías de Brujas y las naves de los locos pueden seguir existiendo, pero obviamente nada es como en la edad media, y muchos de los comportamientos desviados, desconcertantes, novedosos y subversivos consiguieron con el tiempo justificarse a ellos mismos y hacerse parte de la diversidad cultural de la que nos enaltecemos. Esto es cierto, a medias. ‘’ Loco ‘’ hasta nuestros días conservó su significado original, e introdujo algunos nuevos con un cariz mucho más positivo, como parte de esa ‘’ locura ‘’ con que se pueden identificar los tiempos modernos, lo que aportaron las vanguardias artísticas, el crecimiento del anticlericalismo, el Hippismo, los estimulantes de todo tipo, la revolución Punk, los deportes extremos o las nuevas tecnologías. Eso por un lado. Pero, por el otro, hay que decir que gracias a los avances en las ciencias del cuerpo y de la mente, se nos ha abierto hoy en día un inmenso abanico de pequeños delirios que ni nos mandan a las naves de los locos, ni corresponden a un reconfortante sentimiento de creernos posmodernos, y que no nos dejarán en paz.

Por eso hoy en día hay que decir, siendo consecuentes con la retórica mediática que se precia de ser joven y dinámica, que desafortunadamente habitan en nuestras ciudades algunos principios de locura No Cool. Porque todos sabemos que la gran mayoría del público tiene bastante miedo de llegar a ser considerado en un momento, Desequilibrado, extraño, perturbado o excéntrico. Y si no, pregúntense por qué existe ahora ese desaforado culto a la uniformidad - ante el cual la publicidad de Sprite poco ha podido hacer. Ante ésta situación, el bipolarismo se convierte en una actitud, o una condición, más que digna de sospecha. Con ella se suele asociar a esos entes escurridizos, cuyas capacidades creativas o de pensamiento no se niegan, que difícilmente llegan a vincularse con total éxito en un nicho social, salvo si es quizá uno compuesto por ‘’ tocados ‘’ como él. El Profesor Michael Harris, graduado en Psicología cristiana de la universidad de Alabama, opina « Debemos considerar el hecho de que el síndrome bipolar representa una interesante forma de anarquía mental, es caos que hace al doliente sufrir por su propia incapacidad de mantener un equilibrio de sus emociones y sentimientos. Esto no es normal, y no es la manera como Dios dispuso la psique humana. Sin duda hay algo de diabólico es esto, y bien podríamos pensarlo en relación con la inversión de los valores esenciales de la existencia, tal como ocurre en la figura del Baphomet ».

La existencia de algo llamado (TAB) Trastorno afectivo bipolar se ha hecho del dominio público, pero las estadísticas sólo ubican aproximadamente al 2,6% de la población dentro de las variantes de éste trastorno. No obstante se asegura que estas cifras deben ser vistas con recelo, puesto que los criterios para incluir a las personas en éstas clasificaciones, y las clasificaciones en sí, están en constante revisión. De cualquier manera, es un problema que afecta a una porción pequeña de la población, y eso marca una tendencia importante, y es la de que estas personas sean vistas como bichos raros. En especial cuando dentro de los trastornos comórbidos del síndrome bipolar se encuentren, entre muchos otros, los de personalidad y el de la fobia social.

La fobia social es, como será fácil de predecir, un problema mayor que sólo hablar de bipolaridad. En los casos en que el bipolar sea capaz de llevar su carga de una forma más o menos digna, lo cual implica ocultar, disimular, o fingir, tendrá serias posibilidades de tener fructíferas relaciones de intercambio con el resto de humanos, esa gran mayoría que es emocionalmente compensada. Esto, para el 53% de los bipolares que, según las estadísticas, no presentan fobia social. ¿Qué será de los demás? La relación entre los estados de ánimo que fluctúan radicalmente y la experimentación de miedo/repulsión hacia los congéneres, para quien ha vivido tal situación, la ha visto en otros, o tiene una capacidad imaginativa decente, resulta más que comprensible. Ambas son formas de locura en un mundo donde la gente necesita alcoholizarse o drogarse para dizque sentirse distinto, ido, envolverse en carruseles emocionales, y espera que los sociópatas sólo aparezcan en las películas, y reírse de los diálogos freakys que estos tienen con sus alteregos, pero jamás que se aparezca en alguna de sus reuniones sociales.

Lo bueno para usted, ciudadano convencional, es que el mundo se ha hecho tan rígido en sus protocolos, tan cuadriculado, que le permitirá saber con relativa facilidad cuando tenga cerca a alguno de éstos perturbados. Lo cierto es que las variantes a la conducta normativa presentan aspectos cada vez más originales, y por lo menos nos ayudan a escaparnos un poco del aburrimiento que representa éste paisaje urbano plagado de fotocopias andantes.

sábado, 11 de octubre de 2008

¿Somos los menos?

¿Por qué siempre terminamos creyendo que los que pensamos somos los menos? Como si en ese hecho de ser todos la misma especie, de ser incluso una misma raza, no viniera incorporado un elemento unificador, una condición que asegurara en todos esa hermosísima capacidad de plantearse de forma crítica los diversos asuntos que son concernientes a la esencia misma de la tierra y del ser humano. No estoy postulando una idea en particular. Sólo parto de unas sensaciones y de una dudas. De cosas que son terriblemente ciertas, y que no se pueden ocultar con la idea de que aquí no hay grandes diferencias entre unos y otros, cosa que se intenta hacer seguro por el miedo de que nos involucremos en nuevas guerras. Por eso los juicios absolutistas son vistos con demasiada sospecha. Pero, no nos desviemos. Quien lea esto (que si lo lee es porque pertenece al tipo de persona que, independiente de cualquier diferencia ulterior, está incluida en el somos por partir del hecho de encontrar interesante una lectura de tipo reflexivo) sabrá a qué impresión me refiero. A no verse reflejado en los intereses del gran público. A considerarse en oposición a una gran cantidad de gente que mira con sospecha al intelectual, que ve de manera peyorativa el discurso elaborado y glorifica la conducta uniforme. Esta distinción no existe, por supuesto, de una única y absoluta manera. Ni tampoco quiero ejemplificarla como la relación de oposición entre el ser superior y el inferior. Esas son categorías cuya existencia tampoco niego, pero en la que tienen que verse muchísimos matices, y que, en la medida de lo posible, es conveniente ahorrárselas. No hay, por supuesto, ninguna manera, ni ninguna intención, de medir el aprovechamiento de la capacidad analítica y contemplativa, aparentemente intrínseca al ser humano, en cada individuo. Pruebas cualitativas como el Test IQ pueden terminar revelando más bien poco en ese sentido, en especial porque la inteligencia del ser humano es muy variopinta, porque también hay que pensar en valores como la curiosidad, los niveles de conformidad, y esas cuestiones en combinación con lo diversa que puede ser la experiencia cultural, nos brindan un panorama bastante complejo. Lo interesante es que es esa misma complejidad del ser humano lo que el sistema de pensamiento dominante parece querer aniquilar, limitar o ignorar (tenemos desde nuestra composición genética el ‘’ regalo de la singularidad ‘’, como nos lo recuerda Greg Graffin en su manifiesto Punk), y por eso los pocos que quedan a un lado con las herramientas para preguntarse, criticar y originar nuevos significados, pueden terminar mirando a la ‘’ masa ‘’, como se ha hecho desde tiempos remotos, no necesariamente con odio o tristeza, como esa fusión de entes conformes, incoloros y atolondrados. No importa quién está bien o quién está mal, en cada lado hay satisfacción por el lugar que se ocupa. El Blog miscelaneo se sitúa del lado de los que reflexionan, de los que construyen e interpretan significados, con la certeza de que al menos se está siendo consecuente con una pulsión que apunta al conocimiento y al reconocimiento de todo cuanto puede caber en el imaginario del ser humano. ¿Tenemos una capacidad extra, quizá heredada genéticamente, o simplemente, por alguna casualidad, usamos de manera distinta algo que es común a todos? No nos importa. De pronto, como suele pasar, sea un poco de todo.

UN VIDEO DE UNA GRAN CANCIÓN: PORTER - HOST OF A GHOST